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El santuario escondido del Museo de Historia Natural: una misión para salvar mariposas

Descubre la labor secreta de una bióloga de 80 años que ha convertido su oficina en una «guardería» para mariposas nocturnas en Chapultepec. En el corazón del Bosque de Chapultepec, dentro del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental de la Ciudad de México, se gesta una misión de...

mayo 30, 2025

Descubre la labor secreta de una bióloga de 80 años que ha convertido su oficina en una «guardería» para mariposas nocturnas en Chapultepec.

En el corazón del Bosque de Chapultepec, dentro del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental de la Ciudad de México, se gesta una misión de conservación sorprendente: la creación de una «guardería» para miles de mariposas nocturnas. Esta iniciativa, liderada por la bióloga María Eugenia Díaz Batres, de 80 años, busca dar una segunda oportunidad a 2,600 capullos de la especie Rothschildia Orizaba, conocida popularmente como «cuatro espejos», rescatados de un terreno baldío en el centro del país. La emoción de Díaz Batres al ver a estas mariposas emerger es un testimonio de la dedicación de casi seis décadas al cuidado de insectos.

La presencia de estas mariposas «cuatro espejos» en la capital es cada vez menor debido a la creciente urbanización, lo que subraya la importancia de este proyecto. Aunque no están tan amenazadas como la mariposa monarca, poseen un profundo simbolismo cultural; los aztecas las llamaban «mariposa de navajas de obsidiana» o Itzpapalotl. Su supervivencia en una metrópolis de 10 millones de habitantes (20 millones incluyendo suburbios) es un desafío que el museo ha asumido con compromiso.

Un rescate inesperado y un hábito inusual

La «aventura» comenzó cuando los capullos llegaron al museo a finales de diciembre en condiciones precarias: en una bolsa y una caja, aplastados y mezclados con ramas y hojarasca. La primera tarea de la bióloga fue limpiar y seleccionar los capullos sanos, descartando aquellos que habían emergido, sido devorados por roedores o estaban parasitados. Este minucioso trabajo fue el inicio de lo que la directora del museo, Mercedes Jiménez, describe como una labor «realmente increíble».

Bajo la dirección de Díaz Batres, los capullos viables fueron colgados estratégicamente en diversos puntos del museo y sus alrededores, incluyendo el jardín y junto a los árboles de pirul en Chapultepec, que son parte de su hábitat natural. Actualmente, la oficina de la bióloga se ha transformado en un verdadero santuario, con capullos colgando de cables, cajas con capullos vacíos, otros pendientes de examinar, y hasta larvas alimentándose en un mariposario.

El ciclo de vida y la esperanza de reproducción

La bióloga monitorea cada etapa del crecimiento de las mariposas: desde la eclosión de los huevos y las mudas de las larvas, hasta el momento en que se envuelven para formar sus capullos y, finalmente, la emergencia de las mariposas adultas. La humedad adecuada y los soportes estratégicamente colocados aseguran que las alas de las mariposas puedan estirarse correctamente tras su nacimiento.

Aunque las mariposas adultas solo viven una o dos semanas, la satisfacción de María Eugenia Díaz Batres es inmensa. La meta final es que estas mariposas se reproduzcan en su hábitat natural dentro del bosque, dejando sus huevos en los árboles cercanos. Este acto sería la confirmación del éxito de la misión, contribuyendo a la preservación de una especie valiosa y simbólica en el entorno urbano de la Ciudad de México.

Con información de: Independiente Español

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