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Voluntarios alimentan a miles de peregrinos en la Basílica de Guadalupe

El fervor guadalupano se vive con intensidad en la Calzada de Guadalupe, donde miles de peregrinos llegan cada año para mostrar su devoción a la Virgen. Entre la multitud, un grupo de 35 voluntarios provenientes de la colonia Peralvillo y de Monterrey, Nuevo León, se destaca por su labor...

diciembre 12, 2024

El fervor guadalupano se vive con intensidad en la Calzada de Guadalupe, donde miles de peregrinos llegan cada año para mostrar su devoción a la Virgen. Entre la multitud, un grupo de 35 voluntarios provenientes de la colonia Peralvillo y de Monterrey, Nuevo León, se destaca por su labor altruista: alimentar a los fieles que visitan la Basílica.

Por 14 años consecutivos, estos hombres y mujeres han dedicado su tiempo y esfuerzo a ofrecer un menú variado y gratuito a los peregrinos. Este año, su generosidad se tradujo en más de 35,000 tacos y otros alimentos servidos desde una carpa ubicada cerca del Eje 2 Norte.

Un menú hecho con amor y fe

Desde las 6:00 de la mañana hasta las 11:00 de la noche, los voluntarios trabajaron sin descanso para brindar a los peregrinos un verdadero festín. El menú incluyó platillos como chicharrón en salsa roja, molleja en pasilla, enchiladas de mole, huevo con chorizo, costilla de puerco en salsa morita, tortitas de pollo en salsa verde y tostadas de pata. Para acompañar los alimentos, ofrecieron agua de sabores como jamaica, melón, piña y sandía.

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«Comenzamos a prepararnos desde enero», comentó Mario Villegas, uno de los organizadores. «Ahorramos durante meses y en junio hacemos un balance para comprar los insumos necesarios. Es un esfuerzo que requiere mucha dedicación».

Solidaridad que alimenta el alma

Dinora Rodríguez, voluntaria, recuerda cómo esta iniciativa comenzó con pequeñas cazuelas hace más de una década. Hoy, la operación se ha convertido en un evento masivo que implica la preparación de aproximadamente 20 guisos y el uso de 750 kilos de tortillas, además de 4,000 tacos de tripa e hígado.

«Me parece muy bueno, para los que venimos caminando, un taquito cae bien», comentó Mariano Hernández, un peregrino que disfrutó de la comida ofrecida.

Para los voluntarios, la mayor recompensa es la satisfacción de ayudar. «Con una o dos personas que nos digan ‘Dios los bendiga’, valió la pena venir», compartió Mario Villegas.

Más allá de la fe, esta iniciativa es un ejemplo de solidaridad y comunidad. Los voluntarios, muchos de ellos devotos de la Virgen de Guadalupe, trabajan incansablemente para brindar apoyo a los peregrinos, convirtiendo este evento en una expresión de gratitud por las bendiciones recibidas.

La festividad guadalupana se convierte así en un espacio donde la fe se conjuga con la generosidad, recordándonos la importancia de la ayuda mutua y la unión en momentos de celebración.

Fuente: Excelsior

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